sábado, agosto 26, 2006

SOBRE CALLEJEROS Y UN CHISNETO DE REDOLI 13/10/03

SOBRE CALLEJEROS Y UN CHISNETO DE REDOLI

En este periódico de 28 de septiembre leo que en Puertollano, Ciudad Real, y a iniciativa del melillense Teodomiro Castro Vida, han rotulado una de sus calles con el nombre de nuestra ciudad. En la entradilla del artículo que escribe Sara Sanz se puede leer: “.... El Consistorio de Puertollano, regido por el Partido Socialista, debatió en comisión esta sugerencia y la aprobó en pleno por unanimidad de todos los partidos políticos ” . Como ya dije hace unos días en Fuente del Maestre, Badajoz, también existe una calle con el nombre de Melilla. Y me enteré, como decía, leyendo la etiqueta pegada a la botella del vino “Montepalacio”; buen caldo procedente de ese pueblo pacense. Qué envidia más sana y también que alegría me da. La alegría es que en un pueblo manchego y en otro extremeño hayan rotulado sendas calles con el nombre de Melilla; y la envidia es que en nuestra ciudad aún no me hayan hecho ni puñetero caso (puñetas: adorno en las bocamangas de los magistrados) sobre mi sempiterna reivindicación de una calle para mi maestro de música, don Julio Moreno. Yo digo que si hay que presentar algún escrito sobre mi petición, sirvan mis modestos artículos para que los políticos responsables se den por enterados y me contesten por este mismo medio, que es el mejor de todos; lo digo para que nos enteremos todos los melillenses. Y si es que hay que pasar por la ventanilla de peticiones varias, díganlo de una vez, porfa, porque en la ciudad tengo a varios amigos que lo harían con sumo gusto. Espero que así sea, amén.
Hubo un tiempo que me daba vergüenza, o más bien era timidez, recitar a mi ciudad con un poema de amor como a mi mujer de siempre, guardándolos en secreto como los pétalos de una flor en las páginas de un libro. Pero con el correr de los años y viendo la demagogia, el desbarre y los disparates con que se despachaban algunas personas ignorantes, o con mala leche, de nuestra Historia, la de Melilla, aquí en la Península me dije: “que los jodan”, y me puse, con mi rudimentaria escritura defender, lo mejor que sé, la ciudad donde nací. ¿Que es romanticismo?, pues cojonudo, y viva lo romántico. Los nombres de los amigos verdaderos y los de nuestras patrias chicas hay que hacerlos sonar como monedas de oro y campanillas de amor. Por eso yo, a mis amigos y a Melilla, siempre los hago sonar con la mejor de las melodías; a Melilla con el amor de un hijo agradecido que me parieran en una de sus calles, y a pesar de la distancia rezumando melillismo por todos los poros de mi piel. A un amigo que no veía hacía años y se quejaba de lo malito y viejo que estaba -el hombre es un perfecto hipocondríaco- le comenté que nada envejece mejor que las fotografías, aunque cambien al color sepia. La mayoría de la gente que se queja de haber salido mal en un retrato hay que decirle : “Espera unos años y esa cara que hoy te parece deleznable, un día te parecerá maravillosa”. Yo pienso que la sonrisa de la niñez es la única belleza interna que tiene cada persona durante toda su vida.

EL QUE QUISO DISFRAZARSE DE ADAN
Un célebre marqués que fue invitado
a un baile de disfraces tuvo un plan:
acudir disfrazado, como Adán,
con una sola prenda ataviado.

Pidió a su jardinero que le diera
una hojita apropiada para el traje
no pensaba llevar otro embalaje
que no fuese la hoja de una higuera.

El hombre se probó con mucho celo
su curioso disfraz, mas encontró
que la cosa no estaba bien tapada.

Por ello, consecuente, requirió,
movido por su antojo y por su anhelo,
una hojita un poquito mas holgada.

Mandó en esta ocasión a su pequeño
que transmitió el mensaje, diligente,
pidiendo al hortelano, nuevamente,
una hoja mas grande para el dueño.

El hombre la arrancó de un filodendro
y diósela al muchacho sin mas trabas
y siguió con sus berzas y sus habas
pensando qué sería aquel engendro.

También en esta entrega surgió un pero.
“Dile a Juan que te busque otra mayor”,
le ordenó su papá, con impaciencia.

Y esta vez el discreto jardinero,
intrigado por el plan de su señor:
“¿De qué irá disfrazado su excelencia?”,

en tono socarrón, preguntó al crio.
“Mi papá irá de Adán, aunque haga frío”.
El hombre que no sale de su asombro,

sugiere, con choteo y con salero:
“Di a tu papá que se la cuelgue al hombro
y que vaya vestido de bombero”.

Sonrían y reciban un cordial saludo
Juan J. Aranda Málaga septiembre de 2003