viernes, marzo 10, 2006

SOBRE LA PECULIAR ESPAÑOLIDAD DE ALGUNAS PERSONAS 15/08/03

SOBRE LA PECULIAR ESPAÑOLIDAD DE ALGUNAS PERSONAS

Don Antonio Cánovas del Castillo, nacido en la calle Nuño Gómez de la ciudad de Málaga, como todo el mundo sabe, fue el Presidente del Consejo de Ministros del siglo XIX que se distinguió por traer al hijo de Isabel II para que reinara con el nombre de Alfonso XII, dando comienzo a la Restauración de los Borbones. Este señor de talla física, más bien bajito y algo miope, era uno de los estadistas con la visión de futuro y la inteligencia política más grandes que ha dado la clase política española. Cuentan que cuando le preguntaron cómo había que definir a los españoles en la Constitución dijo con su gracejo andaluz: “Ponga que son españoles los que no pueden ser otra cosa”. También en una comida con otros políticos, alguien preguntó qué querrían ser de no ser españoles, y el gaditano republicano don Emilio Castelar que estaba junto a él, rápidamente contestó: “Yo, de no ser español, querría ser ¡español!”. Y Cánovas, terciando le dijo: “ Francamente Emilio, no te creía tan modesto ”. Aquél podríamos decir que era de derechas y éste lo fue de izquierdas y ya ven como sentían la españolidad.
Leo que un señor llamado Benyahaya, al parecer español con orígenes del vecino país, ha creado una asociación para “luchar por los derechos de los marroquíes en Melilla”; considerándose él promarroquí: “Porque antes de ser español, he sido marroquí, porque tengo hermanos que no han optado por la nacionalidad española y siguen siendo marroquíes y porque tengo vínculos familiares, religiosos, etc.” Y más adelante dice que prefiere vivir en un Estado de Derecho y en una Democracia. Pues muy bienvenido a España señor Benyahya y con su pan se lo coma, o sea, que le aproveche, como decía mi abuela; pero no debe confundir algo parecido que dijo Gabriela Mistral sobre la imagen materna de la tierra que es la actitud de una madre con su hijo en brazos, sus criaturas (seres y frutos) en los anchos brazos, que en este caso yo lo circunscribo a nuestras ciudades de Ceuta y de Melilla, que no son de España, sino que son España, parte integrante de ella, como Alcalá de Henares o Jaén, aunque le pese al señor reivindicador que le acompañaba en la rueda de prensa. Imagino que en el otro lado de la frontera sus naturales tendrán la misma actitud para con su tierra. También me agrada que contribuya con sus acciones a que su antiguo país sea digno de admiración y estima, pero no en detrimento de su nueva patria donde se supone que tiene relaciones afectivas que implican su amor hacia ella, o sea a España, su nueva nación, su pueblo, que también es el mío, lo mismo que nuestra bandera, la suya, que es la insignia de su nueva nación, de nuestra nación, a la que debemos jurar fidelidad. Porque de verdad señor Benyahya, el dicho tan español de “querer teta y sopa” le viene como anillo a su dedo. La teta que chupa y absorbe los sentimientos de religión, familiares, amistades, étnicos, etc., es su antiguo país, Marruecos, quien lo parió, y que abandonó. Y los sopones donde moja, y le saben a gloria, la libertad, la democracia y el Estado de Derecho es España, que lo recibió con todos los parabienes. También existe otro dicho más jocoso, que comento con todos mis respetos, que dice: “Estar entre Pinto y Valdemoro”. Este refrán salió debido a un dipsomaníaco, ergo borrachín, que se encontraba en un río que divide ambas poblaciones, y el tío cada vez que pasaba con su jumera desde una orilla a otra decía en mitad de las aguas: “Ahora estoy en Pinto”, y dando un salto: “Ahora estoy en Valdemoro”. Usted lo que desea ser es español con los beneficios de una democracia pero sin dejar de ser marroquí, con un pié en Beni Enzar y el otro en la Hípica; al menos eso es lo que entiendo yo, y creo que mucha gente pensará igual. También está un poco mal visto –al menos resulta un poco feo- que un señor que dice ser español celebre una rueda de prensa acompañado de otro señor que lidera un partido liberal del vecino país y para más inri, que reivindica para Marruecos las ciudades de Ceuta y de Melilla. Créame que eso en la Península no se ve con muy buen talante; no sabe usted lo tiquismiquis que suelen ser algunos españoles penínsulares con esas cosas, al menos yo que soy promelillense y español desde hace varias generaciones lo rechazo de plano, y creo que muchos melillenses también lo harán. Y le digo que desde que mis sentidos son mayores de edad estoy haciendo patria y lucho, con la palabra y las buenas formas, por mi ciudad española, la que me vió nacer, contra personas que desconocen su Historia. Lucho contra los ilusos demagogos y los comentaristas sibilinos que solo van en pos de subir escaños políticos, ignorando que frente a ellos tienen un pueblo, el español, se llame Pepe, Hamed, Paco o Yamina, que jamás claudicará a sus pretensiones que no están a tono con el ambiente, con el tiempo ni con la gente que los rodea, en este caso los melillenses.
Le digo como el Delegado del Gobierno: “Debiera elegir de una vez qué prefiere : El disfrute de derechos de España o por el contrario los de Marruecos”.
Mientras deshoja la margarita de su decisión le envío un cordial saludo.


Juan J. Aranda
Málaga 15 de agosto de 2003