Con mis mejores deseos para Francisco José Saura 13/07/03
CON MIS MEJORES DESEOS PARA FRANCISCO JOSÉ SAURA PARDO, EL MANCEBO DE UNA DE LAS FARMACIAS DEL BARRIO DEL REAL
El viernes 10 de julio Canal Sur en su programa “Andalucía Directo” reflejaba el drama que lleva padeciendo desde el 10 de noviembre del pasado año una familia melillense, Francisco José Saura y Alicia Pardo, día en que su hijo Francisco José con 26 años ingresó por urgencia en el Hospital Comarcal de Melilla. Este chaval llevaba trabajando en la farmacia de Carlos Martínez en el barrio de Del Real desde que tenía dieciséis. Era un auténtico amante de todos los animales; curó a un cernícalo o primilla que se encontró herida en el Barrio Chino. Por su amor a los animales estuvo a punto de trabajar en el servicio de cetrería del aeropuerto melillense, resultando un fiasco para él que quedó desilusionado por las promesas incumplidas, ya que dejó su puesto en la farmacia para su supuesta incorporación en ese mismo servicio.
El drama es que desde el 10 de noviembre hasta el 26 de ese mismo mes, según el padre, en el Comarcal sufrió cuatro operaciones sin resultado alguno y a las 9,30 de la noche del día 26 de noviembre era trasladado en una avioneta hacia Málaga. En Carlos Haya le detectan hidrocefalia, extrayéndole una válvula que no funcionaba y le colocan un catéter. Desde esos momentos empieza, para los padres en Málaga y para su hermana en Melilla, el calvario más doloroso que pueda sufrir una familia. Tener que buscar un hostal para ellos, porque lógicamente en el hospital no pueden quedarse. Deciden hospedarse en uno en la avenida de Carlos Haya, cercano al hospital del mismo nombre. Cuando Francisco José fue trasladado al Hospital Civil para su rehabilitación, deciden buscar otro más cercano a este hospital. Mientras tanto los días y los meses van corriendo y los pagos del hostal y las comidas en restaurantes económicos no entienden de nada. Paco, el padre, me dijo en sotto voce, que yo digo en alta voz, que están soportando dos préstamos que solicitaron para su estancia en Málaga. También me dijo que la Consejera de Bienestar Social tiene las facturas en espera de su aprobación del pleno para recibir los euros y poder resarcirse de los pagos. Tengo que decir que Francisco José, el padre, según me decía, es un empleado con contrato laboral del Ayuntamiento.
La jefa de rehabilitación del Hospital Civil, ya les ha comunicado que su hijo no puede seguir en la sala de rehabilitación debido a su coma vegetativo persistente y como no se puede “hacer” nada por el chaval, éste debe estar en su casa, un segundo piso sin ascensor en el barrio de la Victoria en Melilla, para que sus padres lo cuiden como buenamente puedan y sigan sufriendo. Esta doctora, según Paco, les dijo que un fisioterapeuta cuesta mucho dinero y para ella “el chico está muy mal”. Esta es otra que el juramento que le hizo al señor Hipócrates se lo ha pasado por el “arco del triunfo”; por la poca diplomacia en transmitir el mal de un joven de 26 años a unos padres destrozados por el sufrimiento. El padre me dijo que la enfermedad de su hijo se llama: Espasticidad. Según tenía copiado en una libretilla esa enfermedad es una alteración caracterizada por una pérdida del balance entre la contracción y la relajación de los músculos que lleva a un estado de rigidez de espasmo muscular involuntario resultante de unos estímulos internos o externos. La Espasticidad puede tener un origen espinal o cerebral con diferentes patologías tales como medulares, esclerosis múltiples, parálisis cerebral, traumatismo craneal, lesión cerebral, traumáticas o vasculares. Yo no soy doctor para saber todo lo que significa esa cruel enfermedad, lo que sí puedo entender es lo que vi en la cama de la habitación 2417 del Hospital Civil, y fue a un chaval delgado e inerte, con la mirada fija y profunda rodeado de unos padres con sus almas doloridas y destrozados anímicamente después de ocho meses de calvario en una ciudad extraña, y también de amigos ocasionales, y de una amable y cariñosa joven fisioterapeuta –que pagan ellos de su bolsillo- , cuerpo que en nada se parece al de la fotografía que contemplan en ésta página.
Yo no voy a pedir desde aquí que las autoridades de Melilla hagan como el alcalde de un pueblo de la provincia de Sevilla, que el hombre ha rehusado el dinero de su sueldo en bien de los pobres de su pueblo; no, eso no, a pesar de que tienen el presupuesto más alto de toda su historia, según he podido leer en le página 2 de 9 de julio en este mismo diario. Lo que sí les pido con impetración, como una especie de súplica, es que provean a esta familia de melillenses, con ocho meses fuera de su hogar, destrozada por el espanto de ver a un hijo con la enfermedad más cruel que pueda existir, de una vivienda digna y adecuada para que Francisco José pueda tener una calidad de vida, dentro de sus posibilidades, lo más buena que se pueda. Ayúndenles y así se ganarán el agradecimiento de todo el mundo, y también ese sueldo que dicen que cobran ustedes, porque sabrán que la buena conciencia es una almohada muy blandita que hace dormir como los niños.
Ánimo Paco y Alicia, veréis como en Melilla todo irá mejor.
Os envío un abrazo y un cordial saludo para los lectores.
Juan J. Aranda
Málaga 13 de julio de 2003
El viernes 10 de julio Canal Sur en su programa “Andalucía Directo” reflejaba el drama que lleva padeciendo desde el 10 de noviembre del pasado año una familia melillense, Francisco José Saura y Alicia Pardo, día en que su hijo Francisco José con 26 años ingresó por urgencia en el Hospital Comarcal de Melilla. Este chaval llevaba trabajando en la farmacia de Carlos Martínez en el barrio de Del Real desde que tenía dieciséis. Era un auténtico amante de todos los animales; curó a un cernícalo o primilla que se encontró herida en el Barrio Chino. Por su amor a los animales estuvo a punto de trabajar en el servicio de cetrería del aeropuerto melillense, resultando un fiasco para él que quedó desilusionado por las promesas incumplidas, ya que dejó su puesto en la farmacia para su supuesta incorporación en ese mismo servicio.
El drama es que desde el 10 de noviembre hasta el 26 de ese mismo mes, según el padre, en el Comarcal sufrió cuatro operaciones sin resultado alguno y a las 9,30 de la noche del día 26 de noviembre era trasladado en una avioneta hacia Málaga. En Carlos Haya le detectan hidrocefalia, extrayéndole una válvula que no funcionaba y le colocan un catéter. Desde esos momentos empieza, para los padres en Málaga y para su hermana en Melilla, el calvario más doloroso que pueda sufrir una familia. Tener que buscar un hostal para ellos, porque lógicamente en el hospital no pueden quedarse. Deciden hospedarse en uno en la avenida de Carlos Haya, cercano al hospital del mismo nombre. Cuando Francisco José fue trasladado al Hospital Civil para su rehabilitación, deciden buscar otro más cercano a este hospital. Mientras tanto los días y los meses van corriendo y los pagos del hostal y las comidas en restaurantes económicos no entienden de nada. Paco, el padre, me dijo en sotto voce, que yo digo en alta voz, que están soportando dos préstamos que solicitaron para su estancia en Málaga. También me dijo que la Consejera de Bienestar Social tiene las facturas en espera de su aprobación del pleno para recibir los euros y poder resarcirse de los pagos. Tengo que decir que Francisco José, el padre, según me decía, es un empleado con contrato laboral del Ayuntamiento.
La jefa de rehabilitación del Hospital Civil, ya les ha comunicado que su hijo no puede seguir en la sala de rehabilitación debido a su coma vegetativo persistente y como no se puede “hacer” nada por el chaval, éste debe estar en su casa, un segundo piso sin ascensor en el barrio de la Victoria en Melilla, para que sus padres lo cuiden como buenamente puedan y sigan sufriendo. Esta doctora, según Paco, les dijo que un fisioterapeuta cuesta mucho dinero y para ella “el chico está muy mal”. Esta es otra que el juramento que le hizo al señor Hipócrates se lo ha pasado por el “arco del triunfo”; por la poca diplomacia en transmitir el mal de un joven de 26 años a unos padres destrozados por el sufrimiento. El padre me dijo que la enfermedad de su hijo se llama: Espasticidad. Según tenía copiado en una libretilla esa enfermedad es una alteración caracterizada por una pérdida del balance entre la contracción y la relajación de los músculos que lleva a un estado de rigidez de espasmo muscular involuntario resultante de unos estímulos internos o externos. La Espasticidad puede tener un origen espinal o cerebral con diferentes patologías tales como medulares, esclerosis múltiples, parálisis cerebral, traumatismo craneal, lesión cerebral, traumáticas o vasculares. Yo no soy doctor para saber todo lo que significa esa cruel enfermedad, lo que sí puedo entender es lo que vi en la cama de la habitación 2417 del Hospital Civil, y fue a un chaval delgado e inerte, con la mirada fija y profunda rodeado de unos padres con sus almas doloridas y destrozados anímicamente después de ocho meses de calvario en una ciudad extraña, y también de amigos ocasionales, y de una amable y cariñosa joven fisioterapeuta –que pagan ellos de su bolsillo- , cuerpo que en nada se parece al de la fotografía que contemplan en ésta página.
Yo no voy a pedir desde aquí que las autoridades de Melilla hagan como el alcalde de un pueblo de la provincia de Sevilla, que el hombre ha rehusado el dinero de su sueldo en bien de los pobres de su pueblo; no, eso no, a pesar de que tienen el presupuesto más alto de toda su historia, según he podido leer en le página 2 de 9 de julio en este mismo diario. Lo que sí les pido con impetración, como una especie de súplica, es que provean a esta familia de melillenses, con ocho meses fuera de su hogar, destrozada por el espanto de ver a un hijo con la enfermedad más cruel que pueda existir, de una vivienda digna y adecuada para que Francisco José pueda tener una calidad de vida, dentro de sus posibilidades, lo más buena que se pueda. Ayúndenles y así se ganarán el agradecimiento de todo el mundo, y también ese sueldo que dicen que cobran ustedes, porque sabrán que la buena conciencia es una almohada muy blandita que hace dormir como los niños.
Ánimo Paco y Alicia, veréis como en Melilla todo irá mejor.
Os envío un abrazo y un cordial saludo para los lectores.
Juan J. Aranda
Málaga 13 de julio de 2003
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