viernes, marzo 10, 2006

Poemas Junio 2003

POEMAS JUNIO 2003

Es flor azul y africana,
De tallo fuerte y arrogante
Que se abre a la mañana.
Es mi Melilla punzante


Con sabor de amor en su figura
Siempre las tiene palpitantes.
Calles de alegría y luz rutilante
Quedando el resplandor en su hermosura



Dedicados a mi esposa Ana María (melillense),
por ser la madre de mis hijos y porque la quiero mucho.

Málaga, mayo de este año 2003


En la Semana Trágica catalana
Anunciando el desastre
Los tambores de guerra sonaban.
Desde el Gorro Frigio
En el Barranco del Lobo
La metralla y peñascos
Saltaban en mil pedazos
En Melilla las luces en sus calles
Lloraban por las esquinas.
Malherido iba un soldado
A todas las puertas llamando.
El Angel del Cementerio hoy
Lo lleva de la mano y
Mientras el Gurugú inocente,
Bastión testigo de su muerte,
Desde su ruinoso castillo
Sonriendo lo saluda con amor.


Es la historia de un soldado malherido que uno de mis abuelos ayudó en julio de 1909. Contada por mi abuela María en 1965 cuando vestí de soldado en la Agrupación de Sanidad Militar de Melilla.





Como el sol que la baña en sus calles españolas, su genio español de siglos siempre es alegre. Antaño su nombre bautizado en Marte con aventuras guerreras, locas y ciegas todas, ríos de lágrimas brotaron por sus muertos. Hogaño tiene un crisol de poesías fundidas por sus juglares con la más tierna fuerza de sus gentes. Ellos le cantan en sus florestas llenas de amor a sus parques, a su mar azul, a El Pueblo con sus vericuetas calles castellanas, en las que aun se pueden escuchar las recias pisadas de españoles de lejanas tierras y edades. A sus murallas alzando al orgulloso Bonete; vigía que se asoma al mar para que las olas le besen a cada instante. Al Oro, Uad-El-Meduar, río serpiente, mensajero de Mazuza que nunca nadie navegó en él. Gritando a veces asustado cuando sus crecidas traen piedras y arena lavadas, riéndose de él hasta San Lorenzo en el mar.
Yo pienso que Melilla ha ido atando, en estos 500 años, una caligrafía escrita siempre en el idioma de Cervantes; la que sus gentes la tenemos por derecho propio como españoles.
Al amor puedes olerle la piel y todo lo que él emana, pero por su timidez y su dulzura nunca podrás verle la cara. Es la armonía del sentimiento que hace entrega el corazón. A Melilla puedes olerle la piel en sus calles y en su mar y también puedes verle su amable rostro siempre sonriente entregándote su corazón.


Dedicado a los poetas, de los que siento una noble emulación (envidia) de sus versos, y a toda la gente de buena voluntad que le canta a mi ciudad con amor.
Juan J. Aranda
Málaga 1 de junio de 2003