viernes, marzo 10, 2006

Gibraltar 27/07/03

RECORDATORIO SOBRE LA HISTORIA DE GIBRALTAR


Créanme si les digo que esta es la enésima vez que me dirijo a ustedes desde estas páginas para todo el que quiera recordar algo de la Historia de Gibraltar, y en concreto al parentesco político que las distintas autoridades de Inglaterra, y subiéndose al carro reivindicativo, según las épocas, también las de Marruecos, y por supuesto de nuestros vecinos los llanitos, con un habla andaluza que para sí quisieran muchos nacidos en las ocho provincias de Al-Andalus, los colonos que residen en Gibraltar, quieren siempre connotar - hacer relación y llevar en sí las palabras o las ideas con engaño y mala intención - con las ciudades hermanas de Ceuta y Melilla. Como nuestro Diccionario es tan rico y variado en todas las extensiones de las palabras a los gibraltareños o llanitos, que son colonos de la Gran Bretaña, no se les puede denominar exáricos, ni rabasaires, ni conucos, ni yamacones, ni terrazgueros, ni locatarios, ni solariegos, ni renteros, ni quinteros, ni masoveros, ni alijareros, ni huertanos, ni arrendatarios. De todo eso no se les puede llamar porque realmente no lo son, pero sí que se puede decir que son unos superficiarios, y me explico. El superficiario, como todo el mundo sabe, es el censatario de un terreno que tiene derecho al uso de una superficie. En el artículo 10º del famoso Tratado de Utrech, en uno de sus párrafos más importantes dice . “....... España cede la propiedad, no la soberanía. .... y si en algún tiempo a la Corona de la Gran Bretaña le pareciere conveniente dar, vender, o enajenar de cualquier modo la propiedad de la dicha ciudad de Gibraltar, se ha convenido y concordado por este Tratado que siempre se dará a la Corona de España la primera acción antes que a otros para redimirla ”. Salafranca en su “ Melilla y Ceuta en la encucijada de Gibraltar” dice que en el siglo XVIII un gran jurista holandés estableció perfectamente la diferencia entre soberanía y propiedad. Dicho del modo que las personas entendidas en leyes usarían España tiene el derecho eminente o “ius abutendi”, e Inglaterra el “ius utendi et fruendi” (derecho a uso y usufructo). Eso es igual que si un ruso, por ejemplo, compra un chalet en Ardales, Málaga; los ladrillos y toda la construcción es de su propiedad, pero el territorio donde está ubicado es del pueblo de Ardales, o sea, español.
Yo no me voy a remontar a cuando la llamada Roca de Calpe vio la gloriosa Hispania Romana, ni la gestante y turbulenta España Goda, ni la agitada y maravillosa España Musulmana, ni al caudillo almohade Al-Medinat-Al-Fath (ciudad de la Victoria), en la ladera de Dajabal-Al-Fatah (Monte de la Victoria). La que más tarde, en el siglo XIV se le llamó Dajabal-Tarik, vocablo que se castellanizó pronunciándose lo que actualmente se llama Gibraltar. Ni cuando el matemático malagueño Al-Haj-Yais ayudado por el arquitecto Ahman-Ibn-Basú el 19 de marzo de 1160 construyó la ciudadela. Ni cuando el decrépito, calamocano y enfermizo Carlos II al morir dejó como heredero universal a Felipe de Anjou, comenzando la guerra de sucesión. Pero sí que me refiero al día 12 de febrero de 1704 cuando el Almirante Rooke dejó en Lisboa al archiduque Carlos poniendo luego rumbo a Gibraltar con una carta escrita por este y dirigida a los habitantes de la Roca que eran felipistas, “ ..... Estando enterado del celo que habéis demostrado a mi Augusta Casa, me place informaros que el Almirante Rooke, Almirante de su Majestad Británica, tocará ese puerto y os hará entrega de esta carta...”. El propio Rooke escribió en su diario de a bordo una nota diciendo que era para restituir el Gibraltar Felipista a la obediencia del Rey Carlos. El 21 de Julio la escuadra de Rooke desembarcó a 2000 hombres al mando de Hesse y nuestro Gobernador don Diego Salinas ante tamaña desfachatez rechaza la rendición y el 3 de agosto los ingleses bombardean durante tres días la ciudad, que se rinde bajo las condiciones: “ Los hombres de la guarnición deben abandonar la ciudad con la bandera desplegada, los civiles se quedan si juran fidelidad a Carlos III, no habrá cambios en la religión o leyes de Gibraltar y a los franceses se les harán prisioneros de guerra”. El 7 de agosto, 4000 vecinos abandonaron la ciudad; según George Hill, sólo quedaron 70. Hesse nombra a un irlandés, Nugget, como gobernador, luego nombra a Shimpson como General y Gobernador de la Plaza y ya tenemos a un gobernador británico en un Gibraltar español, donde reinaba su Católica Majestad Carlos III. De todos los historiadores, políticos, militares y escritores que se han pronunciado sobre Gibraltar, el que se define desapasionado y con más acierto y ecuanimidad es Salvador de Madariaga que dice : “Para mi, el problema de Gibraltar, no es tanto la cosa que los españoles definan, sino la cosa que define a los españoles. Que España quiera Gibraltar, no puede ni discutirse; no sería España si no la quisiera. El Gibraltar que España quiere, es cuerpo del cuerpo de España”.
Ivor Caplin, Secretario de Estado de Defensa del Reino Unido, debiera “repasarse” un poco la historia de Gibraltar y tomara buena nota del Tratado de Utrech y también lo que dijo el señor Elorriaga, Secretario de Estado de Organización Territorial Español dejando muy claro la diferencia de la situación de Gibraltar con el caso de Ceuta y Melilla : “ Que las ciudades autónomas ya eran ciudades españolas antes de la existencia de ningún país en el norte de Africa mientras que Gibraltar es una Plaza conquistada militarmente” , “Nunca España arrebató Ceuta y Melilla, sin embargo las tropas españolas se rindieron a una parte del ejército británico. Siendo el proceso completamente distinto”. Yo como no soy diplomático diría que las tropas de Diego Salinas se rindieron a Rooke por una traición con inverecundia y cobardía.
Sugiero paciencia y aguante ante los embates de los sutiles y demagogos que atacan la integridad de nuestras ciudades, Melilla y Ceuta.
Debo decir que muchos de los datos históricos que han leído son del profesor don Jesús Salafranca Ortega de su libro de historia, “Ceuta y Melilla en la encrucijada de Gibraltar”, que mucha gente debiera tener de cabecera para estar informado de la Historia, con mayúsculas, de nuestras dos ciudades hermanas.
Reciban un cordial saludo.



Juan J. Aranda
Málaga 27 de julio de 2003