viernes, marzo 10, 2006

ALGO SOBRE LOS NOMBRES DEL RASTRO Y DEL POLÍGONO 10/08/03

ALGO SOBRE LOS NOMBRES DEL RASTRO Y DEL POLÍGONO

Aunque la lotería nunca ha llamado a mi puerta con esa alegría con que suele hacerlo yo tengo mucha suerte, y lo digo porque cada día recibo este periódico, aunque con una o dos fechas atrasadas debido a la lejanía, cosa que ni a mi mujer ni a mí nos importa mucho. Nosotros, leyendo las noticias locales estamos informados de casi todo lo que ocurre en la ciudad, y también por familiares y amigos quedamos contentos.
En el del día 24 de julio leo que El Rastro será incluido en el futuro Centro Comercial Abierto. Estupendo y me alegro, y más si peatonizan algunas calles del Centro Histórico, así, con mayúsculas. Lo digo por el modernismo y por lo de neoclásico de los edificios. El presidente de la Unión Comercial de Melilla, señor Dris Mehamed dice: “Nos parece una buena idea porque es mejor llamarlo Centro Comercial Abierto que Rastro o Polígono, que queda más feo”. Yo creo que el señor Mehamed no ha medido el aspecto semántico o el significado de las palabras Rastro y Polígono que para muchos melillenses quieren decir, como por ejemplo a los nacidos y criados en ese arrabal de la ciudad. Yo nací en el Callejón del Aceitero - antes era más ancho -, entre Castellón de la Plana y Teruel o Duque de la Torre. Lo digo por si alguien piensa que la defensa que hago de los nombres del Rastro y del Polígono es por haber nacido allí; no, yo defiendo los nombres de los barrios y de las calles de mi ciudad, esté más o menos de acuerdo por mis ideas políticas. Todos menos la de Napoleón, que me parece una aberración que mi ciudad tenga rotulada con ese nombre una de sus calles, y para más inri ser la única ciudad de España, en vez de cambiarlo por el de mi maestro de música, don Julio Moreno. Pero eso es otra historia que otro día volveré a la “carga” para ver si me hacen caso alguna vez, con la ayuda de mi amigo José Luís Blasco, Presidente de la Asociación de Estudios Melillenses.
Como todo el mundo sabe un Rastro es un lugar en las poblaciones donde antiguamente y en ciertos días de la semana se vendía carne al por mayor, y también como conocemos los que hemos visitado Madrid es el lugar con tiendas de compra-venta de objetos nuevos y usados y también donde están instalados puestos callejeros dedicados a este mismo comercio; cosa que en Melilla se viene haciendo en ese mismo lugar desde hace casi un siglo. Para información de ustedes aquí en Málaga hay Rastro o Mercadillo cada día de la semana en distintos barrios. Algún pureta con más de 50 tacos recordará el nuestro con los dos bares, “La Maja” y “El Mortero”, uno en cada esquina del edificio cuadrilongo, construido en el mismo centro del Rastro; o la tienda-trapería de Bonilla, hombre bonachón, que te vendía toda clase de utillajes usados de carpintería o de herrería; o los zapateros remendones, todos judíos, que te ponían media suela de goma de las cubiertas de las ruedas de los coches; o Alberto el latero, con su hijo del mismo nombre, con unas manos que parecían palas de horno de panadero; o el bar “La Oficina” del señor José, que cuando te ponía un chato de vino por tapa te largaba una solitaria aceituna diciéndote, todo serio: "vamos a comer" . También hay que recordar a un señor y a su hijo, frente a la fuente El Bombillo que alquilaba bicicletas de piñón fijo por cuatro pesetas una hora; y si alguno se pasaba un cuarto porque había ido a Farhana a guindar lechugas en las huertas, al devolvérsela, había que enseñárselas de lejos para que las recogiera y salir zumbando escaleras arriba hasta Gran Capitán para que el hijo no te pillara. Claro que ya estabas marcado a fuego hasta que no endiñabas la peseta. El famoso cine Goya, de perenne olor a zotal, con el señor Quintana de portero en gallinero, por la calle de Margallo; como las cuadras del Rastro, que por cuatro perras guardaban los borricos hasta que se acababa el mercado al medio día. También en algunos patios de la acera de los números pares de la calle de Toledo donde jugaban a la lotería muchos vecinos, engalanando los patios (corralones) el día de San Juan y en la feria de septiembre para bailoteo de muchas parejas Aunque suene a cursi yo a eso le llamo recuerdos románticos, que no tienen nada de feo, que quieren que les diga. Lo que no llamaría así es a los bares que existían más arriba, donde muchos soldados salían corriendo de las trastiendas abrochándose los pantalones cuando alguien decía que la vigilancia militar, más tarde Policía Militar (Pili Mili), se le ocurría pasearse por las calles Díaz Otero, Toledo, Montes Tirado o por la plaza de cuesta de forma triangular.
Y ahora vayamos con la palabra que al señor Mehamed también le parece “fea”, El Polígono. Verán: el 29 de noviembre de 1888, el Estado cede a la Junta de Arbitrios el Polígono Excepcional para el ensanche de la población. El 26 de septiembre de 1896 se autorizó la construcción del Ensanche del Polígono. El 24 de febrero tuvo lugar un luctuoso suceso debido a las lluvias torrenciales muriendo una mujer al hundirse la cueva donde vivía, muriendo siete caballos. El 1 de abril de 1907 cuando se autorizó la alineación de la calle de Castelar se empezó a construir la parte derecha de la carretera del Polígono. El 1 de junio de 1909 se terminaron las obras del cauce del Polígono, rellenándose el antiguo puente que daba entrada al barrio y también el que lo salvaba a la salida de la Puerta de Santa Bárbara (Iglesia Castrense). Todos estos datos están en los libros de la Historia de nuestra ciudad y cualquiera puede tener acceso a ellos, y si al señor Mehamed los nombres de Rastro o Polígono le parecen feos, por los motivos que él pueda imaginarse, que pida y exija a las autoridades que lo acicalen y lo pongan guapo, que para eso están, las autoridades me refiero, pero que no le cambien los nombres que hace más de un siglo bautizaron. Si un veleño afincado en Melilla a principios del siglo pasado levantara la chorla desde La Purísima se hartaría de reír de tanta demagogia pamplinera. Así que dejen al Polígono y al Rastro con sus nombres y no los descafeínen con tonos rimbombantes.
Es mi personal y humilde opinión.
Reciban un saludo



Juan J. Aranda
Málaga 10 de agosto 2003