Apoyo a Elgarra por los desmanes del cementerio 13/04/2003
APOYO A ALGARRA POR LOS DESMANES DEL CEMENTERIO
Hace unos días leía todo lo que escribe Eladio Algarra en “La Imagen y el Verso” cada domingo en sus poemas llenos de amor a nuestra ciudad, como aquéllos “Estorninos y Golondrinas sobre el cielo de Melilla”, que tan merecido primer premio recogió aquí en Málaga por su melillísmo tan sincero en todo lo que escribe.
Esta vez le ha tocado sacarse de su alma unos versos desgarradores que me han hecho sentir una emoción en lo más hondo de mi corazón. Dice que en el Cementerio de la Ciudad ha habido unos desmanes perpetrados por unos desalmados que han destrozado nichos y tumbas. Su desazón le acongojó de tal manera que se limitó a dar cuenta de tales hechos en su largo poema publicado que mucha gente debiera tomar buena nota, y muy particularmente los cobardes, más bien rufianes, que se dedican a destrozar todo lo que no va con sus ideas. La violencia de esta gentuza es el miedo a esas ideas que tenemos la mayoría, y también a la poca fe que tienen de ellos mismos. A esta gente, como a los verdugos, siempre se les reconoce por tener el rostro lleno de miedo. Algarra con su pluma tan honrada lo dice todo lleno de un lirismo emocionante que te hace recordar a tus muertos que descansan en esos patios tan floridos y silenciosos: “ ..... Perfiles al desnudo muestran retorcidos cerebros / pisoteando intimidades de tu noble naturaleza /ínfimos guiñapos y ruines fieras...(...)... sucia hornada convertida en banderías siniestras”. Y al final dice : “ ¡Que no estas sola!. Te defienden de aires arteros, / la pluma del poeta, las voces honestas, / hoy como ayer en duelo por los mártires momentos; / sigue, pues, acunando con tu serena belleza, mármoles y cruces de nuestros muertos, / el dolor del Camposanto, sus heridas abiertas”.
Sobre estos desmanes, de verdad que alguien debiera tomar buena nota; y digo buena nota porque es raro la familia residente en la ciudad que no tengamos un ser querido enterrado en ese cementerio de héroes. Y los que residimos fuera nos sienta como una patada en salve sea la parte cada vez que leemos algo sobre hechos tan lamentables, como las veces que han intentado profanar el cementerio hebreo. Mi amigo Rafalito hubiera dicho que los autores de esas salvajadas son unos cabrones. Me consta, por amigos y familiares, que el Cementerio de la Purísima sigue pareciendo un jardín, con alguna que otra tumba derruida y también algunas losas rotas, que los familiares no reponen, ni se preocupan, allá ellos; pero a las de los héroes que dieron sus vidas por nuestra ciudad y que tan olvidados están a veces, creo que su conservación le pertenece a los responsables de la Ciudad. Cualquiera que la recorra, ahora que tan de moda está ser un andarín callejero, como alguna Autoridad Excelentísima (como dice Garbín) se le ha podido ver en zapatillas deportivas, que tome nota de los nombres que están rotuladas sus calles. Solo me referiré a los nombres de los héroes, sí señores, a los que murieron por ella y su españolidad. Algunos cuerpos fueron trasladados a sus ciudades de origen, como el del Cabo Noval, a Oviedo, pero otros aún siguen sepultados en el nuestro de la Purísima, como el General Pintos, el General Margallo, el Teniente García Cabrelles y tantos otros que no habría espacio para nombrarlos al igual que los pertenecientes a los restos del antiguo Solar de la Tahona, inaugurado el 15 de octubre de 1763 cercano a la batería de la Concepción, que luego fueron trasladados al de San Carlos (actual Hotel Ánfora), el 3 de abril de 1788, y exhumados todos el 22 de febrero de 1904 y enterrados en el patio de las “Ánimas Benditas”, al pié de las escaleras del “Angel”donde mi madre me enseñó a rezarles cada vez que lo hacía a su padre muerto. Uno de los motivos por el que es llamado “Cementerio de Héroes” es porque muchos de los que allí reposan desde hace varios siglos lo fueron en la defensa de esas murallas que hoy admiramos todos, y que no se nos debe olvidar nunca, debiendo ser transmitido a todos los niños en las escuelas, sean de la raza o religión que profesen; y a los desinformados y algún que otro poseído de desidia, siendo éstos los más peligrosos, por eso, por su absurda desidia, para que jamás olviden a su ciudad, Melilla, que es la que actualmente admiramos todos. No hay nada más facilón y cobarde que maltratar y censurar la memoria de los muertos, como hacer pintadas en el mobiliario urbano, que es costeado con nuestros impuestos, sin dar la jeró, más bien jeta (busquen la acepción que más les guste). Y si a alguien esto le parece una arenga chauvinista y patriotera, me importa un bledo. A los muertos, hayan sido de la raza, religión o signo político que lo fueron en vida, deben ser tratados con el máximo respeto.
Reciban un saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 13 de abril de 2003
Hace unos días leía todo lo que escribe Eladio Algarra en “La Imagen y el Verso” cada domingo en sus poemas llenos de amor a nuestra ciudad, como aquéllos “Estorninos y Golondrinas sobre el cielo de Melilla”, que tan merecido primer premio recogió aquí en Málaga por su melillísmo tan sincero en todo lo que escribe.
Esta vez le ha tocado sacarse de su alma unos versos desgarradores que me han hecho sentir una emoción en lo más hondo de mi corazón. Dice que en el Cementerio de la Ciudad ha habido unos desmanes perpetrados por unos desalmados que han destrozado nichos y tumbas. Su desazón le acongojó de tal manera que se limitó a dar cuenta de tales hechos en su largo poema publicado que mucha gente debiera tomar buena nota, y muy particularmente los cobardes, más bien rufianes, que se dedican a destrozar todo lo que no va con sus ideas. La violencia de esta gentuza es el miedo a esas ideas que tenemos la mayoría, y también a la poca fe que tienen de ellos mismos. A esta gente, como a los verdugos, siempre se les reconoce por tener el rostro lleno de miedo. Algarra con su pluma tan honrada lo dice todo lleno de un lirismo emocionante que te hace recordar a tus muertos que descansan en esos patios tan floridos y silenciosos: “ ..... Perfiles al desnudo muestran retorcidos cerebros / pisoteando intimidades de tu noble naturaleza /ínfimos guiñapos y ruines fieras...(...)... sucia hornada convertida en banderías siniestras”. Y al final dice : “ ¡Que no estas sola!. Te defienden de aires arteros, / la pluma del poeta, las voces honestas, / hoy como ayer en duelo por los mártires momentos; / sigue, pues, acunando con tu serena belleza, mármoles y cruces de nuestros muertos, / el dolor del Camposanto, sus heridas abiertas”.
Sobre estos desmanes, de verdad que alguien debiera tomar buena nota; y digo buena nota porque es raro la familia residente en la ciudad que no tengamos un ser querido enterrado en ese cementerio de héroes. Y los que residimos fuera nos sienta como una patada en salve sea la parte cada vez que leemos algo sobre hechos tan lamentables, como las veces que han intentado profanar el cementerio hebreo. Mi amigo Rafalito hubiera dicho que los autores de esas salvajadas son unos cabrones. Me consta, por amigos y familiares, que el Cementerio de la Purísima sigue pareciendo un jardín, con alguna que otra tumba derruida y también algunas losas rotas, que los familiares no reponen, ni se preocupan, allá ellos; pero a las de los héroes que dieron sus vidas por nuestra ciudad y que tan olvidados están a veces, creo que su conservación le pertenece a los responsables de la Ciudad. Cualquiera que la recorra, ahora que tan de moda está ser un andarín callejero, como alguna Autoridad Excelentísima (como dice Garbín) se le ha podido ver en zapatillas deportivas, que tome nota de los nombres que están rotuladas sus calles. Solo me referiré a los nombres de los héroes, sí señores, a los que murieron por ella y su españolidad. Algunos cuerpos fueron trasladados a sus ciudades de origen, como el del Cabo Noval, a Oviedo, pero otros aún siguen sepultados en el nuestro de la Purísima, como el General Pintos, el General Margallo, el Teniente García Cabrelles y tantos otros que no habría espacio para nombrarlos al igual que los pertenecientes a los restos del antiguo Solar de la Tahona, inaugurado el 15 de octubre de 1763 cercano a la batería de la Concepción, que luego fueron trasladados al de San Carlos (actual Hotel Ánfora), el 3 de abril de 1788, y exhumados todos el 22 de febrero de 1904 y enterrados en el patio de las “Ánimas Benditas”, al pié de las escaleras del “Angel”donde mi madre me enseñó a rezarles cada vez que lo hacía a su padre muerto. Uno de los motivos por el que es llamado “Cementerio de Héroes” es porque muchos de los que allí reposan desde hace varios siglos lo fueron en la defensa de esas murallas que hoy admiramos todos, y que no se nos debe olvidar nunca, debiendo ser transmitido a todos los niños en las escuelas, sean de la raza o religión que profesen; y a los desinformados y algún que otro poseído de desidia, siendo éstos los más peligrosos, por eso, por su absurda desidia, para que jamás olviden a su ciudad, Melilla, que es la que actualmente admiramos todos. No hay nada más facilón y cobarde que maltratar y censurar la memoria de los muertos, como hacer pintadas en el mobiliario urbano, que es costeado con nuestros impuestos, sin dar la jeró, más bien jeta (busquen la acepción que más les guste). Y si a alguien esto le parece una arenga chauvinista y patriotera, me importa un bledo. A los muertos, hayan sido de la raza, religión o signo político que lo fueron en vida, deben ser tratados con el máximo respeto.
Reciban un saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 13 de abril de 2003
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