Algunos chisnetos prestados 24/02/2003
ALGUNOS CHISNETOS PRESTADOS
Cuando alguien escucha un chiste que no tiene la menor gracia contado por una persona llena de salero, adornándolo con florituras, como el de los garbanzos de Paco Gandía, o los del fallecido Eugenio, todo él serio y vestido de negro con su vaso “vertical” lleno de güisqui y fumando mas que un apache mosqueado: “¿ Saben de aquél que díu...? ”. Yo tengo un gran amigo, don Ricardo Redoli, catedrático de francés en la Universidad de Málaga que lleva editado tres volúmenes de chistes convertidos en sonetos, titulados: “Chisnetos” que tienen la gracia por arrobas, como decía mi abuela María, la madre de mi madre; la de mi padre también se llamaba María, pero a ésta casi no la conocí. Consultado a mi amigo Redoli si me daba permiso para que saliese publicado en este periódico, previa autorización de nuestra directora, de vez en cuando algunos de sus chisnetos, me ha concedido plena libertad diciéndome que lo que él publica es para que lo lea todo el mundo; ¡olé, ahí! .
En su introducción del primer libro dice que es una idea nacida en 1996, en Córdoba, durante un encuentro de profesores que conformaban un Tribunal de Filología Francesa del que él formaba parte. La buena acogida de la idea y el resultado de los chistes en verso, conformando la composición poética por excelencia, le animaron a continuar con la idea.
El “chisneto”, según Redoli es un término nuevo al que ha llegado mediante la composición de dos vocablos mutilados (chiste y soneto) . “Quiero permitirme dar mi propia definición del género para bálsamo y lenitivo de investigadores y pensando, sobre todo, en la inclusión del vocablo en la próxima edición del Diccionario de la Lengua Española”. Yo creo que así debiera ser. Dice que es una “composición jocosa, basada en un chiste popular o chascarrillo, escrita en verso endecasílabos siguiendo la estructura tradicional del soneto y en la que es frecuente la inclusión de varios de ellos, formando parte de la historia que se cuenta. He evitado caer en la tentación de recrear el chiste verde y he huido, sistemáticamente, de lo obsceno, aunque no de lo picante. Aun así me he visto obligado a usar expresiones y vocablos que pueden herir la sensibilidad del lector, que, no obstante, si se identifica con la buena fe del libro, sabrá exculpar mi liberalidad ”.
Los colores de los chisnetos son del abanico del arco iris, pero Redoli los pinta tan bien que todos parecen del mismo color. Espero les gusten y sonrían disfrutándolos.
Tras sentirse unos días indispuesto
Decide el tío Lucio visita
Al médico del pueblo, un titular
Recién incorporado al docto puesto./
El médico en consulta de rutina,
Le pregunta los síntomas del mal.
“Tengo nauseas, doctor, estoy fatal;
me mareo y me huele mal la orina.”
La mujer, cuando sale su marido:
“¿Qué te ha dicho el doctor?” –pregunta a Lucio,
inquieta por la duda y por la espera.
“Pues que tengo el estómago muy sucio.”
Y emite su consorte un gran gemido:
“Pues, si te llega a ver los pies, te opera.”
&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Ocurrió que un gitano con su gente
Llegaron a un mesón muy conocido.
Se hartaron de entremeses y cocido,
De carne, de pescado y pan caliente.
Al tiempo de pagar dijo al gerente:
“Mi gente estaba hambrienta y ha comido.
Pero no tengo un duro.” Decidido,
Llama el dueño a la poli urgentemente.
La espera se alargó mas de una hora.
Cerca ya las seis dice el gitano:
“¿La poli va a venir, o trae demora?”
“¿A usted que más le da? ¿ Me va a pagar?”
-responde el del mesón-. Dice el fulano:
“Es que los niños quieren merendar.”
Reciban un saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 24 de febrero de 2003
Cuando alguien escucha un chiste que no tiene la menor gracia contado por una persona llena de salero, adornándolo con florituras, como el de los garbanzos de Paco Gandía, o los del fallecido Eugenio, todo él serio y vestido de negro con su vaso “vertical” lleno de güisqui y fumando mas que un apache mosqueado: “¿ Saben de aquél que díu...? ”. Yo tengo un gran amigo, don Ricardo Redoli, catedrático de francés en la Universidad de Málaga que lleva editado tres volúmenes de chistes convertidos en sonetos, titulados: “Chisnetos” que tienen la gracia por arrobas, como decía mi abuela María, la madre de mi madre; la de mi padre también se llamaba María, pero a ésta casi no la conocí. Consultado a mi amigo Redoli si me daba permiso para que saliese publicado en este periódico, previa autorización de nuestra directora, de vez en cuando algunos de sus chisnetos, me ha concedido plena libertad diciéndome que lo que él publica es para que lo lea todo el mundo; ¡olé, ahí! .
En su introducción del primer libro dice que es una idea nacida en 1996, en Córdoba, durante un encuentro de profesores que conformaban un Tribunal de Filología Francesa del que él formaba parte. La buena acogida de la idea y el resultado de los chistes en verso, conformando la composición poética por excelencia, le animaron a continuar con la idea.
El “chisneto”, según Redoli es un término nuevo al que ha llegado mediante la composición de dos vocablos mutilados (chiste y soneto) . “Quiero permitirme dar mi propia definición del género para bálsamo y lenitivo de investigadores y pensando, sobre todo, en la inclusión del vocablo en la próxima edición del Diccionario de la Lengua Española”. Yo creo que así debiera ser. Dice que es una “composición jocosa, basada en un chiste popular o chascarrillo, escrita en verso endecasílabos siguiendo la estructura tradicional del soneto y en la que es frecuente la inclusión de varios de ellos, formando parte de la historia que se cuenta. He evitado caer en la tentación de recrear el chiste verde y he huido, sistemáticamente, de lo obsceno, aunque no de lo picante. Aun así me he visto obligado a usar expresiones y vocablos que pueden herir la sensibilidad del lector, que, no obstante, si se identifica con la buena fe del libro, sabrá exculpar mi liberalidad ”.
Los colores de los chisnetos son del abanico del arco iris, pero Redoli los pinta tan bien que todos parecen del mismo color. Espero les gusten y sonrían disfrutándolos.
Tras sentirse unos días indispuesto
Decide el tío Lucio visita
Al médico del pueblo, un titular
Recién incorporado al docto puesto./
El médico en consulta de rutina,
Le pregunta los síntomas del mal.
“Tengo nauseas, doctor, estoy fatal;
me mareo y me huele mal la orina.”
La mujer, cuando sale su marido:
“¿Qué te ha dicho el doctor?” –pregunta a Lucio,
inquieta por la duda y por la espera.
“Pues que tengo el estómago muy sucio.”
Y emite su consorte un gran gemido:
“Pues, si te llega a ver los pies, te opera.”
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Ocurrió que un gitano con su gente
Llegaron a un mesón muy conocido.
Se hartaron de entremeses y cocido,
De carne, de pescado y pan caliente.
Al tiempo de pagar dijo al gerente:
“Mi gente estaba hambrienta y ha comido.
Pero no tengo un duro.” Decidido,
Llama el dueño a la poli urgentemente.
La espera se alargó mas de una hora.
Cerca ya las seis dice el gitano:
“¿La poli va a venir, o trae demora?”
“¿A usted que más le da? ¿ Me va a pagar?”
-responde el del mesón-. Dice el fulano:
“Es que los niños quieren merendar.”
Reciban un saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 24 de febrero de 2003
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