miércoles, enero 04, 2006

Reflexión sobre nuestra historia 18/01/2003


          REFLEXIÓN SOBRE NUESTRA HISTORIA
     

     Como yo recibo éste periódico con varios días de retraso no tengo más remedio, y valga la redundancia, de hablar también con retraso de las cosas de mi ciudad, al menos de las noticias locales; de las nacionales y las del mundo ya quedo informado con la televisión y los periódicos nacionales.  Son las cosas de la distancia entre las dos orillas, y también de Correos.
     El domingo leo que el Equipo de Coordinación de Poetas saluda con “¡Grata Sorpresa!” que han limpiado lo que nunca debió ensuciarse, como es la estatua de Franco de cuando era comandante, con su bastón y sus prismáticos de campaña que existe a la entrada del puerto.   En la fotografía que acompaña la Grata Sorpresa de los poetas melillenses se observa aún el manchurrón que hay en la guerrera de la estatua.  Mucha gente desearía que ese manchurrón fuese un borrón en la Historia de nuestro País; quitar las hojas de todas las enciclopedias, que los libros sobre el dictador fueran quemados, como en la Alemania de Hitler, borrarlo y ya está, creyendo que con eso Franco no existió; qué ilusos.  No entienden que ese hombre detentó (retener sin derecho lo que a uno no le pertenece) el poder durante cuarenta años y la huella que ha dejado entre las generaciones posteriores la llevamos, unos con nostalgia de su obra y la mayoría con dolor y frustración por habernos alejado de la Europa que hoy disfrutamos. Yo creo que ningún hombre es lo bastante bueno para gobernarme sin mi consentimiento en las urnas; como tampoco creer que el que tiene mayoría absoluta tiene derecho a mandar; el único derecho que se le otorga es el de gobernar, y si lo hace mal (acuérdense de los gallegos y su alquitrán), en las próximas elecciones se le dice que se vaya y deje el puesto a otro.   También debiéramos, los votantes de un partido determinado, ser responsables de los fracasos del gobierno que hemos votado, pero curiosamente eso no ocurre.  Esto es una ironía pero es así.  
     Mi amigo Rafalito dice de la gente que daña el mobiliario urbano que sus cabezas son como las de los alfileres, que no es lo mas importante que poseen; como si  trasladar, o en este caso pintarrajear los retratos y las estatuas, sirviera para que los pensamientos políticos cambien de un bando a otro.  Yo creo que nuestra libertad debe estar atada a todas las leyes de la razón, y si varias generaciones de españolitos llevamos retraso con respecto a nuestra historia europea, no tenemos mas remedio que fastidiarnos (Rafalito dice que hay que joderse) si los vagones no pasaron por nuestras estaciones de la vida durante cuarenta años, pero eso sí, con la satisfacción de que  nuestros hijos ya se están encargando de recuperar el tiempo perdido, y no como hacen éstos “pintores de brocha gorda”, con perdón a los pintores y blanqueadores, sino con el estudio, con el trabajo y saber que la voz de uno nunca debe pisotear los pensamientos de los demás, sino complementarlos en bien de todos.
     Muchas veces, mas bien casi siempre, lo importante no es lo que el destino nos hace, sino lo que nosotros hacemos de él.  Schopenhauer decía que el destino mezcla las cartas y somos nosotros los que jugamos.  Juguemos bien, y sin trampa alguna, la partida y el que gane que pague el café de la concordia y los pasteles de la buena fe que haya entre todos.
     Reciban un saludo.
                                        Juan J. Aranda
                                        Málaga 18 enero 2003