Anécdotas parlamentarias 09/02/2003
ALGO DE ANÉCDOTAS PARLAMENTARIAS
En 1869, en defensa de la libertad de cultos, don Emilio Castelar hizo un famoso discurso en las Cortes enfrentándose al canónigo Manterola citando algunos párrafos de su novela “Ernesto” referente a la memoria de su madre moribunda : “¡Grande es Dios en el Sinaí!; el trueno le precede, el rayo le acompaña...., pero hay un Dios más grande que no es el majestuoso del Sinaí, sino el más humilde Dios del Calvario...” . Otro diputado, catalán y médico, que se distinguió por su lucha por la tuberculosis, don Francisco Suñer y Capdevila lanzó en las Cortes el grito de : ” ¡ Guerra a Dios, a la tisis y a los Reyes !” . En su discurso atacó al catolicismo diciendo que la Virgen María había tenido otros hijos, por lo tanto, Jesús había tenido hermanos. En el hemiciclo se armó tal escandalera que el general Serrano, duque de la Torre, que presidía el Gobierno en aquél año se levantó para decir, dirigiendose a los bancos republicanos: “ .... en nombre de 18 millones de españoles que aún no han perdido la fe ni la vergüenza, respetad, señores diputados, el sagrado hogar doméstico y la vida privada de María Santísima”. La bronca que se originó en el hemiciclo cambió por las risas de todos los diputados al oir lo que Serrano decía del hogar doméstico de la Virgen.
En septiembre de 1898, con relación a la guerra de Cuba, el conde de las Almenas se expresaba en el Senado : “Hay que arrancar muchas cruces y subir muchos fajínes desde la cintura al cuello”, y el General Correa, ministro de la Guerra, le contestaba que : “Si el señor conde de las Almenas tiene alguna faja debe llevarla, no al cuello como él pide para los demás, sino a su boca”. Por lo visto el conde de las Almenas era un anciano, conservador de grandes bigotes, llamados astas de toro, caballero de Santiago, que con sus interrupciones no dejaba trabajar a la Cámara como Dios manda. Cuentan que dicho conde desafió a un periodista a duelo y Martínez Campos, como presidente del Senado llamó a varias personas de su confianza y les dijo : “Procuren ustedes que ese duelo se suspenda; pero si ello no es posible, a ver si consiguen que se celebre por la tarde, a la hora de la sesión, y así en ausencia del conde podremos aprobar todo lo que tenemos pendiente”.
Todo esto lo he entresacado de lo que el fallecido Luís Carandel escribió del diario de las Cortes para “ Memoria del 98 ”, y creo que en nada se parece en lo que supuestamente o hipotéticamente ocurrió hace unos días en el Parlamento cuando se celebró la sesión donde el Presidente del Gobierno dijo lo que todo el mundo sabía que iba a decir, y en el momento en que el jefe de la oposición, señor Rodríguez Zapatero le hacía en su réplica, que también sabíamos todo el mundo lo que iba a replicarle, alguien escuchó un exabrupto grosero y barriobajero indigno de un diputado del partido del Gobierno. Dicen que el que profirió tal grosería era un diputado del PP por Melilla. A mí se me encendieron las luces del melillismo y de verdad que me dio un poco de vergüenza ajena. A las once y diez de la noche de ese mismo día escucho en la Cadena SER cómo ese diputado empeñó su palabra de honor negando lo que se le atribuía, o sea, que él hubiera sido el autor de tal palabrota; lo que dijo, según decía en antena y en directo fue la palabra: “demagogia”. Media hora mas tarde y en esa misma cadena de radio y también en directo, un diputado por el PSOE, hombre ponderado y prudente en sus discursos, y bien educado, según él, decía que escuchó, proveniente de los bancos del PP, claramente las palabras : “cabrón y baboso” . La Presidenta, doña Luisa Fernanda Rudi, avisó y conminó a sus señorías que la próxima vez que escuchara otra grosería de ese calibre expulsaría al diputado que la profiriese. Hace algunos años también se pudo ver a otro parlamentario extremeño de ese mismo partido –¿dónde andará ese hombre que no se le ve ni se le oye desde Gescartera?- hacer un corte de manga desafiante al mas puro estilo barriobajero mientras que un adversario político hablaba desde la tribuna de oradores. Para cualquier ignorante como yo en estas lides parlamentarias, eso es como cuando un maestro de escuela castiga al niño revoltoso a sostener un libro en cada mano y con los brazos en cruz; pero según pude oír de alguien entendido, eso de que la Presidenta de la Cámara expulse a un diputado por ser un grosero puede tener consecuencias graves para el expulsado dejando la cortesía parlamentaria por los suelos, la suya. Se vería raro y vergonzante cómo un señor/señora que ejerce de representante de personas que le dieron su confianza en las urnas bajar por la alfombrada escalera del hemiciclo expulsado por la señora Presidenta todo cabizbajo, imagino que también avergonzado.
Yo quiero pensar como Peter Ustinov que decía : “Los diplomáticos son personas que no les gusta decir lo que piensan, y a los políticos no les gusta pensar lo que dicen ”. Estoy seguro que si algún diputado dijo lo que se comentó por la radio, no midió las consecuencias negativas para su grupo parlamentario y al momento pensó : “¡Tierra trágame!”.
Reciban un saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 9 de febrero 2003
En 1869, en defensa de la libertad de cultos, don Emilio Castelar hizo un famoso discurso en las Cortes enfrentándose al canónigo Manterola citando algunos párrafos de su novela “Ernesto” referente a la memoria de su madre moribunda : “¡Grande es Dios en el Sinaí!; el trueno le precede, el rayo le acompaña...., pero hay un Dios más grande que no es el majestuoso del Sinaí, sino el más humilde Dios del Calvario...” . Otro diputado, catalán y médico, que se distinguió por su lucha por la tuberculosis, don Francisco Suñer y Capdevila lanzó en las Cortes el grito de : ” ¡ Guerra a Dios, a la tisis y a los Reyes !” . En su discurso atacó al catolicismo diciendo que la Virgen María había tenido otros hijos, por lo tanto, Jesús había tenido hermanos. En el hemiciclo se armó tal escandalera que el general Serrano, duque de la Torre, que presidía el Gobierno en aquél año se levantó para decir, dirigiendose a los bancos republicanos: “ .... en nombre de 18 millones de españoles que aún no han perdido la fe ni la vergüenza, respetad, señores diputados, el sagrado hogar doméstico y la vida privada de María Santísima”. La bronca que se originó en el hemiciclo cambió por las risas de todos los diputados al oir lo que Serrano decía del hogar doméstico de la Virgen.
En septiembre de 1898, con relación a la guerra de Cuba, el conde de las Almenas se expresaba en el Senado : “Hay que arrancar muchas cruces y subir muchos fajínes desde la cintura al cuello”, y el General Correa, ministro de la Guerra, le contestaba que : “Si el señor conde de las Almenas tiene alguna faja debe llevarla, no al cuello como él pide para los demás, sino a su boca”. Por lo visto el conde de las Almenas era un anciano, conservador de grandes bigotes, llamados astas de toro, caballero de Santiago, que con sus interrupciones no dejaba trabajar a la Cámara como Dios manda. Cuentan que dicho conde desafió a un periodista a duelo y Martínez Campos, como presidente del Senado llamó a varias personas de su confianza y les dijo : “Procuren ustedes que ese duelo se suspenda; pero si ello no es posible, a ver si consiguen que se celebre por la tarde, a la hora de la sesión, y así en ausencia del conde podremos aprobar todo lo que tenemos pendiente”.
Todo esto lo he entresacado de lo que el fallecido Luís Carandel escribió del diario de las Cortes para “ Memoria del 98 ”, y creo que en nada se parece en lo que supuestamente o hipotéticamente ocurrió hace unos días en el Parlamento cuando se celebró la sesión donde el Presidente del Gobierno dijo lo que todo el mundo sabía que iba a decir, y en el momento en que el jefe de la oposición, señor Rodríguez Zapatero le hacía en su réplica, que también sabíamos todo el mundo lo que iba a replicarle, alguien escuchó un exabrupto grosero y barriobajero indigno de un diputado del partido del Gobierno. Dicen que el que profirió tal grosería era un diputado del PP por Melilla. A mí se me encendieron las luces del melillismo y de verdad que me dio un poco de vergüenza ajena. A las once y diez de la noche de ese mismo día escucho en la Cadena SER cómo ese diputado empeñó su palabra de honor negando lo que se le atribuía, o sea, que él hubiera sido el autor de tal palabrota; lo que dijo, según decía en antena y en directo fue la palabra: “demagogia”. Media hora mas tarde y en esa misma cadena de radio y también en directo, un diputado por el PSOE, hombre ponderado y prudente en sus discursos, y bien educado, según él, decía que escuchó, proveniente de los bancos del PP, claramente las palabras : “cabrón y baboso” . La Presidenta, doña Luisa Fernanda Rudi, avisó y conminó a sus señorías que la próxima vez que escuchara otra grosería de ese calibre expulsaría al diputado que la profiriese. Hace algunos años también se pudo ver a otro parlamentario extremeño de ese mismo partido –¿dónde andará ese hombre que no se le ve ni se le oye desde Gescartera?- hacer un corte de manga desafiante al mas puro estilo barriobajero mientras que un adversario político hablaba desde la tribuna de oradores. Para cualquier ignorante como yo en estas lides parlamentarias, eso es como cuando un maestro de escuela castiga al niño revoltoso a sostener un libro en cada mano y con los brazos en cruz; pero según pude oír de alguien entendido, eso de que la Presidenta de la Cámara expulse a un diputado por ser un grosero puede tener consecuencias graves para el expulsado dejando la cortesía parlamentaria por los suelos, la suya. Se vería raro y vergonzante cómo un señor/señora que ejerce de representante de personas que le dieron su confianza en las urnas bajar por la alfombrada escalera del hemiciclo expulsado por la señora Presidenta todo cabizbajo, imagino que también avergonzado.
Yo quiero pensar como Peter Ustinov que decía : “Los diplomáticos son personas que no les gusta decir lo que piensan, y a los políticos no les gusta pensar lo que dicen ”. Estoy seguro que si algún diputado dijo lo que se comentó por la radio, no midió las consecuencias negativas para su grupo parlamentario y al momento pensó : “¡Tierra trágame!”.
Reciban un saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 9 de febrero 2003
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