EL canto de Labordeta 10/03/2003
EL “CANTO” DE LABORDETA AL PP Y OTRO CHISNETO
A José Antonio Labordeta, diputado de la Chunta Aragonesista, (porqué se dice Chunta y no Junta) no se le puede decir que sea una persona tímida ni pusilánime. Lo digo por el caudal de vocablos que usó en el Congreso de los Diputados cuando los diputados del PP, con recochineo y a voz en grito le decían que dejara la mochila, por su protagonismo en la serie geográfica-educativa de televisión “Un país en la mochila”; además era cerca de la una de la madrugada, y ya llevaban bastantes horas de debate. “¿No puede uno hablar aquí o qué? , coño, a ver si uno no puede hablar aquí. A la mierda, joder. Estoy hablando con el ministro y no con ustedes. Ustedes están habituados a hablar siempre porque aquí han controlado el poder toda la vida y ahora les fastidia que vengamos aquí a poder hablar las gentes que hemos estado torturados por la dictadura. Eso es lo que les jode, y es verdad, joder. ¡A la mierda! “. O sea, que los mandó a la mismísima mierda por dos veces. La señora Margarita Mariscal de Gante, del PP, que en esos momentos presidía la sesión dijo, dirigiéndose a los diputados gritones y cachondos : “Señorías, permitan que el señor diputado desarrolle su intervención ”. Yo sé que a mucha gente no les hizo gracia, a mí si que me hizo sonreír, y cada vez que lo ponen en televisión lo hago con todas mis ganas, lo mismo que el “manda huevos” de Federico Trillo cuando era Presidente del Congreso. Habrá personas que estas palabras les suenen a palabrotas malsonantes y faltas de comedimiento o carentes de cortesía. Pero no me negarán ustedes que unas expresiones tan españolas, pronunciadas en todas las capas sociales, y mas aún en el Salón donde se debaten cosas que nos atañe a todos los españoles no tienen su mijita de gracia. Que sí, que esas palabras son groseras, y más en el sitio donde fueron pronunciadas; de acuerdo, pero quién no se ha enfadado cuando se recochinean de uno sin dejar que se exprese como Dios manda, y para mas guasa, decirle que coja “la mochila”. Yo recuerdo a otro diputado extremeño, del PP; el que Rodrigo Rato ignoró su mano al ir a saludar, el que le regalaron un reloj cuando lo de Gescartera y que luego tuvo que devolverlo, que le hizo un corte de manga desde el hemiciclo al que fuera candidato del PSOE, cuando éste hablaba desde la tribuna, al mas puro estilo tabernario, y no pasó nada. ¿Dónde andará éste hombre que no se le oye? . Yo creo que la cortesía no cuesta nada pero gana mucho cuando la practicas.
Y ahora un chisneto de mi amigo Redoli, de un francés, un inglés y un español :
Un francés, un inglés y un español
Discutían en tono acalorado
Acerca de un abuelo renombrado
Por su altura cercana a la del sol.
“Mi abuelo-dijo el galo con jactancia-
la punta de la torre Eiffel tocaba
con sólo alzar el brazo y le sobraba.
No hubo nadie mas alto en toda Francia.”
La trola del francés era increíble,
Mas el inglés decide superarla:
“Mi abuelo con su mano era capaz
de tocar una nube y de apresarla.”
Aunque el reto parece harto imposible,
El español se muestra el más procaz:
“¿Recuerda si tu abuelo, el de la nube,
-le pregunta con una sonrisita-
la notaba, al tocarla, muy blandita?”
“Oh, yes –le dice el guiri.” Y se le sube
la honra al español que dice al lelo:
“¡Esos eran los huevos de mi abuelo!”.
Reciban un saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 10 de marzo de 2003
A José Antonio Labordeta, diputado de la Chunta Aragonesista, (porqué se dice Chunta y no Junta) no se le puede decir que sea una persona tímida ni pusilánime. Lo digo por el caudal de vocablos que usó en el Congreso de los Diputados cuando los diputados del PP, con recochineo y a voz en grito le decían que dejara la mochila, por su protagonismo en la serie geográfica-educativa de televisión “Un país en la mochila”; además era cerca de la una de la madrugada, y ya llevaban bastantes horas de debate. “¿No puede uno hablar aquí o qué? , coño, a ver si uno no puede hablar aquí. A la mierda, joder. Estoy hablando con el ministro y no con ustedes. Ustedes están habituados a hablar siempre porque aquí han controlado el poder toda la vida y ahora les fastidia que vengamos aquí a poder hablar las gentes que hemos estado torturados por la dictadura. Eso es lo que les jode, y es verdad, joder. ¡A la mierda! “. O sea, que los mandó a la mismísima mierda por dos veces. La señora Margarita Mariscal de Gante, del PP, que en esos momentos presidía la sesión dijo, dirigiéndose a los diputados gritones y cachondos : “Señorías, permitan que el señor diputado desarrolle su intervención ”. Yo sé que a mucha gente no les hizo gracia, a mí si que me hizo sonreír, y cada vez que lo ponen en televisión lo hago con todas mis ganas, lo mismo que el “manda huevos” de Federico Trillo cuando era Presidente del Congreso. Habrá personas que estas palabras les suenen a palabrotas malsonantes y faltas de comedimiento o carentes de cortesía. Pero no me negarán ustedes que unas expresiones tan españolas, pronunciadas en todas las capas sociales, y mas aún en el Salón donde se debaten cosas que nos atañe a todos los españoles no tienen su mijita de gracia. Que sí, que esas palabras son groseras, y más en el sitio donde fueron pronunciadas; de acuerdo, pero quién no se ha enfadado cuando se recochinean de uno sin dejar que se exprese como Dios manda, y para mas guasa, decirle que coja “la mochila”. Yo recuerdo a otro diputado extremeño, del PP; el que Rodrigo Rato ignoró su mano al ir a saludar, el que le regalaron un reloj cuando lo de Gescartera y que luego tuvo que devolverlo, que le hizo un corte de manga desde el hemiciclo al que fuera candidato del PSOE, cuando éste hablaba desde la tribuna, al mas puro estilo tabernario, y no pasó nada. ¿Dónde andará éste hombre que no se le oye? . Yo creo que la cortesía no cuesta nada pero gana mucho cuando la practicas.
Y ahora un chisneto de mi amigo Redoli, de un francés, un inglés y un español :
Un francés, un inglés y un español
Discutían en tono acalorado
Acerca de un abuelo renombrado
Por su altura cercana a la del sol.
“Mi abuelo-dijo el galo con jactancia-
la punta de la torre Eiffel tocaba
con sólo alzar el brazo y le sobraba.
No hubo nadie mas alto en toda Francia.”
La trola del francés era increíble,
Mas el inglés decide superarla:
“Mi abuelo con su mano era capaz
de tocar una nube y de apresarla.”
Aunque el reto parece harto imposible,
El español se muestra el más procaz:
“¿Recuerda si tu abuelo, el de la nube,
-le pregunta con una sonrisita-
la notaba, al tocarla, muy blandita?”
“Oh, yes –le dice el guiri.” Y se le sube
la honra al español que dice al lelo:
“¡Esos eran los huevos de mi abuelo!”.
Reciban un saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 10 de marzo de 2003
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